En este artículo pretendemos ayudarte realizar una pintura en interiores de calidad. Para hacerlo, lo primero será escoger el tipo de pintura que más se amolde a tus gustos y necesidades. Vamos a mostrarte los tipos más comunes que existen, con sus ventajas e inconvenientes.
Para finalizar, te daremos algunos consejos útiles para salir bien parado y obtener un resultado grandioso. Verás que la pintura en interiores no ofrece demasiados retos más allá de ser cuidadosos en lo que hacemos y no saltarnos los pasos necesarios.
Existen distintas opciones para realizar una pintura en interiores al gusto de cada propietario. Algunas pinturas ofrecen acabados mate o brillantes. Otras te aportarán un resultado liso o con textura.
Además, veremos que no todas las pinturas sirven para todas las superficies. Las hay que solo son aptas para paredes y techos, mientras que otras también se pueden aplicar a muebles o superficies metálicas.
Por último, cada tipo de pintura tiene su tiempo de secado particular, y mayor o menor resistencia a la condensación y la humedad. Algunas se mezclan con agua, pero no todas. La facilidad de aplicación y de limpiado, así como la versatilidad de colores, cambia también de un tipo de pintura a otra.
¿Con cuál te quedas?
Este tipo de pintura se reconoce fácilmente porque se presenta en el mercado en polvo o pasta. Esto implica que es necesario mezclarla con agua previamente para poder ser aplicada. Permite crear acabados con cierta textura similar al gotelé.
Se utiliza esta pintura en interiores exclusivamente debido a que es poco resistente a las inclemencias del tiempo. Sirve tanto para paredes y muebles, es de secado rápido y con un precio económico.
Su principal desventaja es que es muy sensible a la humedad y a los roces.
La pintura plástica pertenece también al grupo de pinturas que se pueden diluir con agua y es quizá la más usada en decoración de interiores. Presenta el atractivo de que se pueden elegir tres tipos de acabados distintos: mate, satinado o brillante.
Además, tiene grandes ventajas como pintura en interiores, como facilidad de aplicación y que es lavable. Si la pintura es de calidad también es susceptible de teñirse usando tintes al agua.
Como inconvenientes, señalar que no sirve para muebles, solo paredes o techos. Y que si no es de calidad, puede sufrir la formación de condensación e incluso moho.
De gran versatilidad, el esmalte sintético da buenos resultados como pintura en interiores ya sea en paredes, madera o superficies de metal.
Requiere, eso sí, un tiempo de secado más largo que las de temple o látex. Pero esto se compensa con que es bastante resistente y duradera.
Otorga un acabado liso, y además ciertos esmaltes tienen propiedades antioxidantes.
Similar al esmalte sintético tenemos el esmalte al agua. Es fácil de limpiar, no resiste mal el agua y es más respetuoso con el medio ambiente.
Están especialmente indicadas para esos lugares proclives a acumular condensación, como cocinas y baños. A favor también tienen que aportan un mejor aislamiento general en la vivienda.
Algunas de ellas ofrecen una amplia gama de colores a elegir. En general son de secado rápido, fácil limpieza y olor tenue.
Sin embargo, tienen el inconveniente de que, en ocasiones, los resultados se alejan un poco de lo deseado. En este aspecto, hay quien propone la pintura a la cal como alternativa más natural y ecológica.
Las razones para escoger este tipo como pintura en interiores son: es ignífuga, transpirable y regula la humedad, y no amarillea. Además, al llevar cal en su composición se considera más eficiente contra las manchas y el moho.
La pintura a la cal no es válida para superficies metálicas, maderas o yesos, pero sí en paredes de piedra rústica, cemento de interiores e incluso fachadas.
Aunque su gama cromática de base son colores claros, permite el añadido de colorantes para disponer de tonos más intensos.
Esta pintura en interiores ofrece un acabado brillante con un efecto metalizado muy atractivo y decorativo. También tiene cierta capacidad para imitar a otros materiales, como mármol y estuco.
Tiene gran resistencia a los roces y ralladuras, pero exige que la pared esté lo más lijada y alisada posible. Incluso puede ser recomendable preparar antes la pared o techo con una pintura base. De lo contrario, las imperfecciones de la superficie se harán bastante evidentes.
De modo similar a la pintura al temple, el estuco proporciona un acabado próximo al gotelé. O sea que da cierto relieve y textura a la pared y un aire más rústico. También imita razonablemente bien al mármol y la piedra natural.
Posee, además, propiedades impermeabilizantes, una duración incomparable, y aporta nobleza. Ahora bien, aplicar el estuco requiere un gran dominio de la técnica, y pocos pintores saben hacerlo con maestría.
Si ya has elegido la pintura que más te conviene, quizá quieras tener en cuenta algunas consideraciones básicas antes de meterte en faena. Las principales son:
¡Atención a si la pared presenta manchas! Es habitual caer en el error de pintar sobre las manchas con la misma pintura que usaremos para el resto. ¡Error! Corres el riesgo, casi seguro, de que las manchas vuelvan a aparecer.
La solución es aplicar previamente una pintura específica quitamanchas.
Una vez la superficie esté “arreglada” es cuando podemos proceder a pintar en interiores con propiedad. Las herramientas principales que necesitarás son:
Dependiendo del tipo de pintura, tendrás que dar una o dos manos. Puede que tres si esta es poco densa. Deberás fijarte de nuevo en las especificaciones del fabricante para saber si es necesario mezclar la pintura con agua y en qué proporción.
Por último, señalar que se suele empezar a pintar por el techo, con la ayuda de un alargador, para luego seguir con las paredes. Primero es recomendable pintar las esquinas y zonas de unión entre pared de hecho, y dejar el uso del rodillo para el final.
Asegúrate de que la capa o capas de pintura están bien secas antes de por fin retirar las protecciones. ¡Y listo!